viernes, 28 de mayo de 2010

Agua

Uno de los temas más sensibles y conflictivos para Israel es el agua. Algunos agoreros mantienen que el increíble éxito israelí en convertir lugares semidesérticos o directamente desiertos en sitios en los que florece la agricultura, no es sostenible, y están acabando no solo con los acuíferos subterraneos, si no con el Río Jordán y el propio Mar Muerto.

Vamos a ver algunas cuestiones al respecto del esfuerzo israelí para mejorar la calidad de vida no solo ya del propio Israel, sino de la región en lo referente a este tema capital.

En el periodo de 1967 a 1995, bajo el control israelí, la población palestina del West Bank aumentó su consumo de agua en un 640%, mientras que en Israel, durante el mismo periodo de 28 años, se aumentó en un 142%. El increible salto en el consumo de agua por parte de los palestinos ha sido posible gracias a que Israel, que desde la Guerra de los Seis Días controla esa zona, ha perforado y ha dado permiso para perforar 50 nuevos pozos para la población palestina, ha tendido kilometros y kilometros de tubería y ha conectado cientos de pueblos y ciudades palestinas al nuevo sistema de distribución de agua que construyó a principio de los años 90 del siglo pasado.

Fuentes palestinas, como Taher Nassereddin, director general del departamento de aguas del West Bank en 1997, lo confirman: "Este masivo aumento del consumo doméstico se debe a la falta de restricciones por parte de las autoridades israelíes dado el aumento de población"(Joint Management of Shared Aquifers, 1997).

Es importante señalar sin embargo, que debido a razones estrictamente políticas, muchos pueblos palestinos rehusaron engancharse al nuevos sistema de distribución, y aún hoy sufren de un suministro de agua complicado. La negativa de estos pueblos a unirse al sistema central y por tanto a pagar por su mantenimiento ha revertido en sus paisanos, que por ello tienen que pagar el agua más cara que los ciudadanos de Israel. Una vez más vemos quien complica, realmente y en el día a día, la vida a los palestinos. No se engachan al sistema de suministro construido por Israel, porque dicen que esto legitimaría la ocupación del West Bank, y que consiguen con esto? pagar más por el agua...que les sigue proporcionando Israel en su mayoría. Esquizofrénico.

Contrariamente a lo que dicen quienes acusan a Israel de usar aguas árabes, Israel suministra agua, de sus propias fuentes, no solo al West Bank, si no también al Reino de Jordania, y a numerosos pueblos del Sur del Líbano. Mientras, Jordania, no ha suministrado ni una gota de agua al West Bank desde 1967, incumpliendo los acuerdos internacionales de suministrar entre 70 y 150 MCM anuales. El agua bombeada y canalizada desde Israel, a traves de la Linea Verde, para los palestinos, sobrepasa los 40 MCM anuales desde entonces. Solo el area de Ramallah, a traves de sus intalaciones palestinas, recibe de Israel 5 MCM de agua anuales. Además de esto, la Franja de Gaza recibe de Israel 5 MCM anuales a traves del acueducto Kissufim, abasteciendo asi a los pueblos palestinos de El-Bureij, Moazi, Abason, Bani Suheila y Khan Yunis.

Pero aquí no queda la cosa. Según los acuerdos de paz entre el Reino Hachemita e Israel, en su anexo segundo, asuntos relacionados con el agua, este último, Israel, se compromete a suministrar o facilitar el suministro de 55 MCM de agua a Jordania, y hasta la construcción de nuevas plantas desalinizadoras, el agua ha estado fluyendo directamente desde fuentes israelíes, hasta alcanzar en los últimos años 75 MCM, 20 MCM de lo acordado.

Y sigue. 10 villas del Sur del Libano, que de otra manera serían un secarral inhabitable, también reciben de Israel 600.000 CM de agua a traves de tuberías directamente salidas de suelo propio.

Ahora veamos algunas maneras de como Israel consigue no solo abastecerse, si no abastecer a sus vecinos de agua en un lugar tan complicado para este propósito.

La doble barrera de seguridad formada por una alambrada de espinos y una valla electrificada que rodea todo el recinto de la desaladora de Ashkelon, en la costa mediterránea de Israel, da idea de lo estratégico que resulta el abastecimiento de agua en Oriente Medio. A la escasez de agua propia de una zona árida y con áreas desérticas se suma la severa sequía que azota Israel desde el año 2004. Según nos acercamos a la puerta, un guarda sale a nuestro encuentro con una metralleta abrazada a su cuerpo. La planta está situada a tan sólo 20 kilómetros de la franja de Gaza y la ciudad del mismo nombre es uno de los objetivos más cercanos de los cohetes Qassam de fabricación propia lanzados por los milicianos palestinos. «Pasaportes», dice el vigilante antes de darse cuenta de que se trata de la visita de periodistas que esperan esa mañana. «Pasen».

La desaladora de Ashkelon es, desde que se inauguró en 2005, la mayor planta del mundo. Tiene capacidad para producir 330.000 metros cúbicos de agua cada día o 120 millones al año (120 hectómetros cúbicos), el triple que la más grande de España y un volumen anual que supone un tercio del agua que consume una ciudad como Madrid. Sin embargo, el Gobierno israelí no se conforma con ese récord. Hoy en día, el 90% del agua que consume Israel proviene de más de 1.200 pozos subterráneos distribuidos por todo el país y que alcanzan profundidades de más de un kilómetro y medio y de la única fuente superficial de agua dulce del país, el mar de Galilea (en realidad es un lago), sobre cuyas aguas caminó Jesús de Nazaret, según el Evangelio de San Mateo. Pero los problemas ambientales y de abastecimiento que la continua extracción de recursos hídricos está generando en los acuíferos, sobre todo en los últimos años de sequía, ha obligado al Ejecutivo israelí, que invierte casi un 5% de su Producto Interior Bruto en investigación y desarrollo, a hacer una apuesta firme por la tecnología de la desalación.

«En la actualidad, esta tecnología aporta el 10% del agua consumida en el país, pero en 2012 supondrá cerca del 30% del total», asegura Oded Distel, director del programa nacional de nuevas tecnologías sobre el agua (NewTech) del Ministerio de Industria, Comercio y Trabajo de Israel. Este gran incremento porcentual en tan poco tiempo es posible debido a la poca población del país, que ronda los siete millones de personas.

La mayor desaladora del mundo

La estrategia israelí pasa por la puesta en funcionamiento a finales de 2009 de la desaladora de Hadera que superará, con 127 hectómetros cúbicos al año, a la Ashkelon. Además, en septiembre de este año comenzará la construcción de la planta de Sorek, que alcanzará los 150 hectómetros cúbicos de capacidad y desbancará a Hadera de su título de la desaladora más grande del mundo. De esta forma, superarían los 500 hectómetros cúbicos de agua al año producidos mediante desalación de un total de 1.800 que consume anualmente el país.

Ante la disminución de las lluvias en la zona norte del país, la desalación se ha convertido casi en la única vía que tiene Israel para garantizar la calidad de vida de un país en constante crecimiento tanto económico como demográfico. Sin embargo, la desalación no está ausente de críticas ambientales. «El 50% del agua que se captura se expulsa de nuevo al mar en forma de salmuera y ese vertido altera gravemente algunos de los ecosistemas marinos más importantes del mediterráneo, como las praderas de posidonia», asegura Julio Barea, responsable de las campañas de contaminación de Greenpeace. «Es cierto que se ha mejorado mucho la eficiencia energética de las plantas, pero aún así tienen un elevado consumo energético».

Agua reciclada

«Nuestras plantas están equipadas con un sistema de recuperación de la energía a partir de la salmuera que permite reciclar el 40% de la energía empleada», cuenta Ezra Barkai, gerente para Europa y África de IDE, la empresa que construyó la desaladora de Ashkelon. «Mediadas como ésta nos permiten producir el agua desalada a 0,38 euros el metro cúbico, el precio más bajo del mundo». En España, la misma cantidad ronda un precio de entre 0,50 y un euro, dependiendo de las fuentes consultadas.

Los ecologistas insisten en que la desalación debe ser la última de las opciones para la obtención de agua potable, ya que antes deben acometerse acciones de buena gestión del recurso. «Israel es el Silicon Valley de las tecnologías del agua», asegura Booky Oren, presidente de WaTech, la plataforma creada por la empresa nacional del agua israelí (Mekorot) para el fomento de las tecnologías del agua, «hemos desarrollado algunas de las más avanzadas técnicas que nos permiten basar nuestra estrategia de ahorro de agua en la optimización del riego y en la reutilización del agua, y en ambas somos líderes mundiales».

El país recicla más del 75% de sus aguas residuales y las conduce mediante una vía paralela a la de distribución de agua potable a todas las zonas agrícolas para abastecer los regadíos. Y el resultado de esa reutilización se puede observar desde la carretera cuando se viaja por cualquier paisaje del norte, alejado de las áreas desérticas del Negev, en la mitad sur del país. Un circuito de cañerías y tubos de goteo de color morado decoran todos los escenarios agrícolas de Israel. España es el segundo país del mundo que más recicla sus aguas negras y el porcentaje no supera el 15%.

¿Y el futuro? ¿Es esto sostenible? Quizás pase por proyectos como este:



El mega proyecto consistiría en construir una tubería de unos 180 km de largo, estaciones de bombeo, turbinas hidroeléctricas y un de las mayores plantas de desalinización del mundo. Se bombearían 1900 millones de metros cúbicos de agua al año, se desalinizaría una parte para proveer de agua a una de las zonas con más estrés hídrico del planeta y restauraría el nivel del Mar Muerto.

En principio (en 2008) estaban de acuerdo las autoridades palestinas, israelíes y jordanas. Pero hay una serie de problemas. El principal la magnitud de las obras, en segundo lugar la inestabilidad de la zona y en tercer lugar en saber cómo afectará la mezcla de aguas en el Mar Muerto.

De todas formas la desaparición del Mar Muerto no es algo ni mucho menos inmediato. Tiene una profundidad de 320 metros y conforme ha perdido superficie también ha disminuído la evaporación y al haber aumentado su salinidad también dificulta la evaporación de más agua.

Luego está el tema de las aguas, un estudio realizado por Ittai Gavrieli en el Instituto Geológico de Israel, indica que el agua del Mar Rojo, mucho menos salada, se posará como una capa encima del actual agua del Mar Muerto, luego la química del mar cambiará ya que el agua del Mar Muerto es muy rica en calcio, interactuará con el sulfato del Mar Rojo, creando un precipitado indisoluble de sulfato de calcio o aljez, cambiando el color del Mar Muerto a blanco. Después de eso podría convertirse en verde. Experimentos realizados en charcas cercanas al Mar Muerto (con la misma composición) han producido un color amarronado-verdoso, fruto de una explosión microbial que se produce cuando se añade más de un 10% de agua del Mar Rojo. Además se podría crear una capa de agua menos densa en la superficie que frustrara los desdeos de los turistas de flotar cual boyas (yo lo he probado y es absolutamente genial).

A largo plazo es difícil saber qué pasaría.

Además aspirar 60 metros cúbicos por segundo del agua del Mar Rojo (como está pensado) podría dañar también el equilibrio de dicho mar, amén de poner en peligro los corales de la zona y las 800 especies de peces de la zona.

Por último decir que hay planes (si el trasvase se llevase a cabo) de construir un Las Vegas a lo bestia (me suena a Gran Scala) alimentada por el turismo y la agricultura de alta tecnología, capaz de crear millones de trabajos. Esto incluiría 200.000 habitaciones de hotel, unos cuantos lagos artificiales, tres zonas industriales e incluso un safari tipo africano. Esto estaría alentado por Israel y por el multimillonario Yitzhak Tshuva.

Concluyendo: Frente a los que acusan a Israel de estar acabando con el agua de la zona, y matando al Mar Muerto, yo me quedo con su esfuerzo para que una zona anteriormente inhospita, vivan ahora muchos más seres humanos, y vivan mejor.

Seguiremos informando, Eretz Israel.

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