jueves, 10 de junio de 2010

El incidente del Mavi Marmara: Mitos y realidades.

Empezamos una serie de post en los que iremos desentrañando los sucesos acontecidos antes, durante y después del abordaje por parte de los Murcielagos del Shayetet 13 a la flotilla "humanitaria" que se disponía a romper el bloqueo impuesto a Hamas.

Mito: El bloqueo es ilegal y unilateral por parte de Israel, por tanto no tiene derecho a ejercerlo.

Realidad: El bloqueo que se estableció para impedir el tráfico de armas con destino a las manos de los terroristas de Hamas fue acordado por Israel, Egipto y la Autoridad Nacional Palestina.

Israel se retiró de Gaza en 2005, pero mantuvo el control del espacio aéreo y de sus aguas jurisdiccionales, del registro civil, de los impuestos y de vastas zonas de contención en la frontera, además de sus importaciones y exportaciones así como del suministro de agua y electricidad.

Por su parte, El Cairo se encarga del puesto de control de Rafah, ciudad en la frontera de Gaza y Egipto. El cruce es para personas, pero se ha permitido la circulación de productos.

Israel controla el resto de los puestos de ingreso, diseñados específicamente para el pasaje de productos y mercancías.

El acuerdo de 2005 entre la Autoridad Nacional Palestina, Egipto e Israel, detalla la forma en que funcionarios de la Unión Europea y gobernantes palestinos deben controlar la zona palestina del cruce de Rafah, mediante cámaras y equipos de vigilancia israelíes.

Israel bloqueó todos los puestos de control con ayuda de las autoridades egipcias después de que Hamás se arrogó el control de la franja de Gaza por las armas en junio de 2007.

El movimiento controla ese territorio, pero debe coordinar la salida de los gazatíes con las autoridades egipcias, que a su vez deciden, con las israelíes y la ANP, quién pasa y quién no.

Egipto suele permitir el ingreso de limitados suministros humanitarios, pero suele impedir el pasaje de grandes convoyes así como de activistas que los acompañan.

Además, ese país bombardea muchos de los cientos de túneles subterráneos que conectan a Gaza con la península del Sinaí, y por los que se contrabandea la mayoría de bienes de uso cotidiano y armas.

El Cairo comenzó a construir un muro subterráneo de acero de 14 kilómetros de largo, a prueba de bombas con avanzada tecnología estadounidense de vigilancia para evitar que se construyan más túneles.

Respecto al bloqueo marítimo, origen de este incidente, y la facultad de Israel para imponerlo.

Los bloqueos no se decretan por consenso entre naciones. Basta que el país X indique que desde hoy pasa a bloquear las costas del país Y para que comience el bloqueo. Los bloqueos no se "aprueban" por mayoría de votos en la Asamblea de la ONU ni en ninguna otra instancia internacional. No es un procedimiento democrático en el que varios votan para ver si se lo aprueba o no.

Para enfatizar más el asunto, la prioridad número 1 del bando bloqueante es precisamente impedir que nadie vaya a entrar a la zona del bloqueo. Y para eso es necesario, por obvias razones, actuar en aguas fuera de la zona bloqueada.

Esto es porque condición sine qua non para que un bloqueo sea legal es que quien hace de bloqueante tenga la capacidad real de imponer el bloqueo. Si de un momento a otro comienzan a presentarse una serie de flotillas humanitarias rumbo a Gaza que entran a la zona del bloqueo y desembarcan su carga en algún puerto de la zona prohibida, ante la pasividad de Israel, esto hace que el bloqueo pase a ser ilegal, puesto que queda demostrada de manifiesto la incapacidad del estado bloqueante para imponer el bloqueo efectivamente.

De hecho, si una flotilla rompe el bloqueo, Israel está en su derecho, al existir un conflicto armado con Hamas, a hundir a cañonazos si es necesario cualquier barco que lo haga. Dramático, pero legal.

Todo esto tiene una relevancia clave en el siguiente mito, que veremos en el siguiente post. El abordaje fue un acto de piratería.

Seguiremos informando, Eretz Israel.

martes, 8 de junio de 2010

Desinformación: Objetivo Israel.

Antes de nada, comentaros que estos días hemos estado muy ocupados y no hemos podido atender el blog como merecía la ocasión.

Mañana empezaremos a hacer un analisis del incidente del Mavi Marmara, de los mitos y de las realidades, de la repercusiones y resultados del mismo.

De momento os voy a copiar un artículo de Bernard Henry-Lévi que ha publicado hoy El País en España.

Evidentemente, no he cambiado de posición. Como dije ese mismo día en Tel Aviv, durante un acalorado debate con un ministro de Netanyahu, la forma en que se desarrolló el asalto, frente a las costas de Gaza, del Mavi Mármara y su flotilla me sigue pareciendo "estúpida".

Y si me hubiera quedado la más mínima duda de ello, el abordaje, este sábado por la mañana y sin violencia alguna, del séptimo navío habría terminado de convencerme de que había otras formas de actuar para evitar que se cerrase así, es decir, con un baño de sangre, la trampa táctica y mediática que le tendieron a Israel los provocadores de Free Gaza.

Una vez dicho esto, tampoco se puede aceptar, no obstante, el raudal de hipocresía, mala fe y, por si fuera poco, desinformación que parecía no esperar sino este pretexto para, como siempre que el Estado judío da un traspié, inundar los medios de comunicación del mundo entero.

Desinformación: la fórmula, machacada ad náuseam, del bloqueo impuesto "por Israel", cuando la más elemental honestidad exigiría que se precisara: "por Israel y por Egipto", conjuntamente, por ambas partes, por los dos países idénticamente fronterizos con Gaza. Y esto con el beneplácito apenas disimulado de todos los regímenes árabes moderados, encantados de ver a otro contener, en interés y para satisfacción de todos, la influencia de ese brazo armado, de esa avanzadilla y, un día, tal vez, de ese portaaviones de Irán en la región.

Desinformación: la idea misma de un bloqueo "total y despiadado" (Laurent Joffrin, en su editorial del diario francés Libération del 5 de junio) que convierte "en rehén" (ex primer ministro Dominique de Villepin, en Le Monde del mismo día) a la "humanidad en peligro" de Gaza. El bloqueo, no nos cansaremos de recordarlo, solo atañe a las armas y a los materiales que sirven para fabricarlas, y no impide que pasen desde Israel entre 100 y 120 camiones diarios cargados de víveres, medicamentos y material humanitario de toda clase. La humanidad no está "en peligro" en Gaza. Decir que en las calles de la ciudad de Gaza se "muere de hambre" es mentir. Podemos discutir si el bloqueo militar es o no la mejor opción para debilitar y, un día, derribar al Gobierno fascislamista de Ismail Haniyah, pero lo que es indiscutible es el hecho de que los israelíes que sirven, día y noche, en los puestos de control entre ambos territorios son los primeros en hacer la elemental pero esencial distinción entre el régimen (que hay que intentar aislar) y la población (a la que se cuidan mucho de confundir con ese régimen y, aún más, de penalizar, pues, lo repito, la ayuda nunca ha dejado de llegar).

Desinformación: el silenciamiento prácticamente total, en el mundo entero, de la increíble actitud de Hamás, que, ahora que el cargamento de la flotilla ha cumplido su función simbólica; ahora que ha servido para incitar al Estado judío al error y para reactivar con más fuerza que nunca la mecánica de su demonización (Libération, de nuevo, publicaba un terrible titular: Israel, Estado pirata, que, si las palabras aún significan algo, solo puede entenderse como una deslegitimación del Estado hebreo); ahora que, en otras palabras, son los israelíes quienes, una vez llevada a cabo la inspección, deciden encaminar la ayuda hacia sus supuestos destinatarios, se silencia, decía, la actitud de un Hamás que bloquea la mencionada ayuda en el paso fronterizo de Kerem Shalom y deja que se pudra tranquilamente: ¡al diablo las mercancías que pasaron por las manos de los aduaneros judíos!, ¡a la basura los "juguetes" que han hecho llorar a tantos y tan caritativos europeos, pero que se han vuelto impuros tras las horas demasiado largas pasadas en el puerto israelí de Ashdod! Para el gang de islamistas que, hace tres años, tomó el poder por la fuerza en la franja, los niños de Gaza nunca han sido otra cosa que escudos humanos, carne de cañón o reclamos mediáticos; sus juegos o deseos son la última cosa que les preocupa, pero ¿quién lo dice?, ¿quién se indigna por ello?, ¿quién se arriesga a explicar que si hay alguien en Gaza que toma rehenes, si alguien se aprovecha fríamente y sin escrúpulos del sufrimiento de la gente, y de los niños en particular, en resumen, si hay un pirata allí, no es Israel sino Hamás?

Más desinformación: irrisoria, pero teniendo en cuenta el contexto estratégico, desinformación al fin y al cabo: el discurso en Konya, en el centro de Turquía, de un primer ministro que encarcela a cualquiera que ose evocar públicamente el genocidio armenio y tiene la desfachatez de denunciar el "terrorismo de Estado" israelí ante miles de manifestantes exaltados que vociferan eslóganes antisemitas.

Y aún más desinformación: los lamentos de los tontos útiles que cayeron, antes que Israel, en la trampa de esos extraños "activistas humanitarios" que son, la IHH turca (Humanitarian Relief Foundation en sus siglas en inglés, Insani Yardim Vakfi en sus siglas en turco), por ejemplo, adeptos a la yihad, fanáticos del apocalipsis antiisraelí y antijudío, hombres y mujeres que, en algunos casos, pocos días antes del asalto afirmaban que querían "morir como mártires" (The Guardian del 3 de junio, Al Aqsa TV del 30 de mayo). ¿Cómo un escritor del temple del sueco Henning Mankell ha podido dejarse engañar así? ¿Cómo, cuando dice estar considerando la posibilidad de prohibir la traducción de sus libros al hebreo, puede olvidar la sacrosanta distinción entre un Gobierno culpable o estúpido y toda esa multitud que no se identifica en absoluto con este? ¿Cómo ha podido asociar a uno y otro en el mismo insensato proyecto de boicot? ¿Cómo una cadena de salas de cine (Utopia) puede, en Francia de nuevo y exactamente de la misma forma, desprogramar el estreno de una película (A cinco horas de París) solamente porque su autor (Leonid Prudovsky) es ciudadano israelí?

Desinformadores, finalmente, los batallones de tartufos que lamentan que Israel eluda las exigencias de una investigación internacional cuando la verdad es, de nuevo, mucho más simple y más lógica: lo que Israel rechaza es la investigación solicitada por un Consejo de Derechos Humanos de la ONU en el que campan a sus anchas esos grandes demócratas que son los cubanos, los paquistaníes y otros iraníes; lo que Israel no quiere es una dinámica como la que desembocó en el famoso informe Goldstone, encargado tras la guerra de Gaza por la misma simpática Comisión y con ocasión del cual pudimos ver a cinco jueces, de los que cuatro nunca han ocultado su antisionismo militante, reunir en unos días 575 páginas de entrevistas de combatientes y civiles palestinos llevadas a cabo (¡herejía absoluta y sin precedentes en este tipo de trabajo!) bajo la atenta mirada de los comisarios políticos de Hamás. Lo que Israel ha hecho ha sido advertir (¿cómo reprochárselo?) que no se prestará al simulacro de justicia internacional que representaría una investigación chapucera, con unas conclusiones conocidas de antemano y que solo apuntaría, como de costumbre, a sentar, de forma perfectamente unilateral, a la única democracia de la región en el banco de los acusados.

Un último apunte. Para un hombre como yo, para alguien que se honra de haber contribuido a inventar, junto con otros, el principio de este tipo de acciones simbólicas (Un barco para Vietnam; Marcha por la supervivencia de Camboya en 1979; boicots antitotalitarios varios; o, más recientemente, violación deliberada de la frontera sudanesa para romper el bloqueo al abrigo del cual se perpetraban las masacres en masa de Darfur), para un militante, en otros términos, de la injerencia humanitaria y del ruido que conlleva, hay en esta epopeya miserable una especie de caricatura, una mueca lúgubre del destino. Razón de más para no ceder. Razón de más para rechazar esta confusión de géneros, esta inversión de signos y valores. Razón de más para resistirse a esta tergiversación que pone al servicio de los bárbaros el espíritu mismo de una política que fue concebida para combatirlos. Miseria de la dialéctica antitotalitaria y de sus virajes miméticos. Confusión de una época en la que se combate a las democracias como si se tratara de dictaduras o Estados fascistas. Israel está en el centro de este torbellino de odio y locura, pero al mismo tiempo, no lo olvidemos, algunas de las conquistas más preciadas, en la izquierda sobre todo, del movimiento de las ideas de los últimos 30 años se ven así en peligro.

A buen entendedor...

Seguiremos informando, Eretz Israel.